Ahora con camouflage?
Durante los días 21 y 22 de junio fuimos despertados tempranito por ruidos de obra. Suponemos que gente de la empresa Guzman-Nacich SA, propietaria del lote donde se instala la antena que nos bombardea en forma permanente (con el silencioso aval del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires que no acata resoluciones judiciales ni recomendaciones de la Defensoría del Pueblo) se dedicaron a quitar un par de tramos de la torre, y luego le pusieron un coqueto antifaz.
Con esto suponemos que ahora tenemos el horno más cerca nuestro, y es todo suposición ya que estas acciones se hacen casi de manera furtiva y sin el menor consenso con los vecinos, que lo único que deseamos es que dejen de afectar nuestra salud con la radiación celular.
Está claro que por ahora manda el dinero, salvo que la presión de los barrios logre quebrar la lógica de la rentabilidad que se construye sobre tumbas.
Eso nos deja más claro que nunca, que el único modo de lograr resultados es ejerciendo presión sobre el gobierno, sobre los legisladores y en cuanto sea posible, sobre los beneficiarios del genocidio.
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